Trump tiroteado, Biden muerto
- Pablo Díaz Gayoso
- 1 mar
- 3 Min. de lectura
Actualizado: 3 mar
El pasado sábado 13 de julio en un mitin que estaba dando el líder republicano Donald Trump en Butler, Pensilvania fue tiroteado. El disparo pasó por su oreja izquierda y apenas ha dejado secuelas en el candidato; menos suerte tuvo uno de los asistentes que falleció a causa del tiroteo. Sin el tiempo suficiente como para determinar si esto queda en una anécdota o desencadena una serie de eventos de violencia política, lo que sí podemos saber es que la bala (metafórica) impactó en la campaña de Biden.
Los precedentes históricos nos demuestran que los intentos de asesinato y los asesinatos políticos tienen un gran impacto en el comportamiento político de los electores. Estos eventos generan una gran simpatía en torno a la víctima del atentado. En los siguientes días, semanas y meses, se va a movilizar social, política y económicamente un movimiento de apoyo a Trump de gran magnitud. La transformación de candidato polémico a mártir de la causa es inevitable.

El precedente más inmediato y similar que existe es el del intento de asesinato de Ronald Reagan en 1981. El recién elegido Presidente de Estados Unidos sufrió en marzo de 1981 un intento de asesinato que lo tuvo varios días en el hospital. Este hecho le benefició políticamente con un aumento de 13 puntos en las encuestas de popularidad y aprobación. Si bien existen diferencias notables entre ambos casos como que Reagan era Presidente y acababa de arrasar en las elecciones de apenas 5 meses atrás, es decir, no polarizaba tanto como Trump. Sin embargo existen varios elementos que hacen prever cómo va a resultar este evento en la campaña presidencial que se avecina.
El primer factor es que Biden es un líder muy débil. Su desempeño en el debate presidencial de hace un par de semanas (explicado anteriormente aquí: Opinión: El partido Demócrata debe forzar a Biden a ser un pato cojo) como con sus despistes en la Cumbre de la OTAN en Washington han provocado una rebelión en ciernes en el partido Demócrata. Cada día que pasa Biden tiene menos apoyos internos en el partido y externos entre la población. La imagen de líder incapaz de orientarse, centrarse y liderar se agrava con cada comparecencia pública. La media de las encuestas de apoyo comparativo con otros presidentes muestran un desgaste superior a todos los demás a esta altura de mandato.

Pese a estas cifras tan negativas, Biden ha repetido en varias ocasiones el argumento de que él es el único que puede parar el ascenso de Trump, como hizo en 2020. Antes esa postura era complicada de sostener pero no imposible. Trump había sido condenado por el uso de dinero de la campaña electoral de 2016 para silenciar a la actriz porno Stormy Daniels y su futuro judicial apuntaba a más posibles condenas. Sus amenazas contra el sistema democrático eran creíbles ya que el 6 de enero de 2021 había sido el líder moral del asalto al Capitolio. Trump se ha convertido en la primera persona en haber ocupado el Despacho Oval en provocar que personas armadas entraran en el poder legislativo de EEUU y en ser condenado por un crimen. La campaña entraba en este terreno desconocido y en esta situación se podía defender la postura de Biden. Sin embargo, el tiroteo del sábado ha hecho saltar por los aires la imagen eminentemente negativa de Trump. Ahora es el hombre fuerte que pese a ser tiroteado levanta el puño y sale por su propio pie.

De momento la carrera presidencial, si no hay cambios, va de que los estadounidenses deben elegir entre un líder discutido, impopular y definido por el deterioro evidente de sus capacidades cognitivas y el superviviente de un atentado que lo conecta directamente con el líder republicano más popular de los últimos 50 años.
Figuras relevantes del ala más dura del Partido Republicano como Lauren Boebert (enlace) o Marjorie Taylor Green (enlace) ya señalaron a Biden y los Demócratas como los responsables del atentado. Estas declaraciones realizadas en caliente buscan agitar a las bases más radicalizadas y conspiranoicas; y en una campaña tan polarizada como esta suponen un riesgo real de escalada violenta. A la espera de que se disipe la niebla de guerra y se esclarezcan los hechos, este hecho va a marcar un antes y un después en la campaña presidencial y sus efectos conciernen a todo el mundo y a Europa en especial.
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