El partido Demócrata debe forzar a Biden a ser un pato cojo
- Pablo Díaz Gayoso
- 1 mar
- 3 Min. de lectura
Actualizado: 5 mar
El debate político entre los dos candidatos presidenciales de Estados Unidos del pasado 27 de junio dejó claro que Joe Biden no es presidenciable. En el debate se pudo ver al Biden más despistado, confuso e incapaz de mantener un discurso claro y coherente. El país que pretende seguir liderando el mundo liberal-democrático y, que además, posee el mayor arsenal militar convencional y nuclear de la historia de la humanidad no puede permitirse tener un liderazgo que transmita tanta inseguridad en sus capacidades cognitivas.

En estas elecciones se vuelve a poner en riesgo el modelo democrático en Estados Unidos, y en el resto del mundo por la influencia que proyecta como hegemón. Las dos opciones presentadas por el bipartidismo estadounidense a liderar el país no auguran nada bueno. La elección es entre un criminal de 78 años condenado que ha intentado dar un golpe de estado y amenaza con purgar a la administración para acabar con toda imparcialidad y un señor de 81 años con problemas para orientarse y con un rápido deterioro físico y mental. Esto demuestra que el establishment de ambos partidos han fracasado estrepitosamente en ofrecer una alternativa generacional. El panorama político estadounidense se asemeja a la gerontocracia soviética en sus últimos años, cuando la edad media del Politburó (máximo órgano de gobierno en la URSS) en la década de 1980 era de 69 años.
El poder de la disuasión se basa en gran medida en la sombra que el liderazgo es capaz de proyectar. Un líder percibido como débil envalentona a los adversarios a actuar en su contra, así como crea desconfianza en los aliados. Sin lugar a dudas la desastrosa y descoordinada salida de Afganistán por parte de EEUU y los aliados en 2021, sumada a la percepción de que la Administración Biden era débil internamente tras el intento de golpe de estado del 6 de enero de 2021 y a más factores, precipitó a Rusia a invadir Ucrania en 2022.
El factor de la avanzada edad de ambos candidatos, ambos por encima de la esperanza de vida media de los hombres blancos en EEUU situada en torno a 77 años, hace relevante más que nunca la cuestión de la sucesión. Sea quien sea el ganador de las presidenciales, las posibilidades de que acaben el segundo mandato no está garantizada. Por un lado a día a fecha de 2 de julio sabemos que Kamala Harris repetirá como candidata a vicepresidenta pero en el caso de Trump sigue siendo un misterio. Viendo el precedente de que Trump mandó a la turba del 6 de enero a colgar a su VP Mike Pence por "traidor" por validar los resultados de las elecciones de 2020, lo más probable es que elija a un lealista con menos luces que una narcolancha a la deriva.

Por esa razón urge al partido Demócrata presentar a un candidato viable que sustituya a Biden. Quedan 4 meses para las elecciones y el momento no es el más adecuado, pero sin embargo el desempeño del debate demostró a los estadounidenses y al mundo entero que el actual presidente no es el adecuado para el puesto. El daño electoral y reputacional para los Demócratas de forzar un cambio de candidato será mucho menor que el de presentar a un candidato con señales de senilidad. Para gran parte de la opinión pública y publicada progresista (liberal en inglés), Joe Biden ya es un pato cojo (para saber más sobre el concepto: ¿Qué es un Pato Cojo?). Como político ya ha cumplido su vida útil y ha sido una extensa (más de 50 años) y llena de triunfos. Sin embargo, atendiendo a su estado físico y mental, es necesario que sea rápidamente reemplazado con alguien capaz de hacer frente a la amenaza contra la democracia que representa Trump. En estas elecciones está en juego algo más importante que el ego de una persona que debería de estar disfrutando de su merecida jubilación desde hace tiempo.
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