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Breve historia de Túnez y el islamismo político

Actualizado: 5 mar

El debate entre islamismo y secularismo ha sido una constante en Túnez durante su historia contemporánea. Los movimientos a favor de la independencia de Francia también tuvieron esa lucha entre los dos modelos. Dentro del partido Neo-destour, el principal promotor de la independencia, tuvo lugar el enfrentamiento por el liderazgo. La lucha se dio entre Bourguiba que era favorable a Occidente y a su modelo de promoción social y Salah Ben Youssef que estaba centrado en crear una cultura y una identidad propia dentro del marco del arabo-islamismo. Bourguiba contó con el apoyo del partido y del sindicato UGTT (el más importante del país) y Youssef se apoyó en las instituciones religiosas como Zaytûnah y en los islamistas. La victoria de Bourguiba lejos de significar la apertura de una reconciliación nacional, provocó la casi desaparición de la influencia pública de los islamistas.


El Presidente Bourguiba al llegar al poder inició grandes reformas que tenían el fin de modernizar el país a la forma occidental y para ello controló las instituciones religiosas como la universidad de Zaytûnah, centro más importante del mundo en aprendizaje islámico del mundo. Prohibió las escuelas coránicas, el velo islámico o la poligamia, invitó a los tunecinos a no obedecer el ayuno en Ramadán y a no peregrinar a la Meca, siendo estos dos últimos parte de los 5 pilares del islam.


El surgimiento de la oposición a Bourguiba a principios de los años 60. Bourguiba, en el contexto de crisis económica, optó por una salida alineadas con medidas socialistas. El partido Neo-Destour en 1964 pasó a llamarse el Partido Socialista Destouriano (PSD) y Ahmed Ben Salah quien fue Secretario general del sindicato UGTT fue el encargado de las políticas estatales de desarrollo. Las reformas se centraron en las cooperativas agrícolas y la industrialización del país. Estas medidas fracasaron y en 1969 Bourguiba anunció que la “experiencia socialista” había acabado (incluso arrestaron a Ben Salah para calmar las protestas). Eso se tradujo en un repliegue autoritario del régimen. El estado se convirtió abiertamente en una dictadura unipersonal donde la jefatura del estado se convirtió en vitalicia en 1975.


En este momento fue cuando el activismo de izquierdas tras la revolución cubana estaba en auge, la confrontación entre el PSD y los sectores más izquierdistas se volvieron constantes. El conflicto con los islamistas pasó a un segundo plano y los esfuerzos del régimen se centraron en perseguir a la izquierda. Durante la década de los 60 y 70 los islamistas se fueron organizando en grupos, siendo el más importante al-Jama´a al-Islamiya, que más tarde serían absorbidos por los Hermanos Musulmanes. Los fundadores de al-Jamaa fueron Rached Ghannouchi, Hmida Ennaifer y Adbdelfattah Mourou. Los tres han sido de gran relevancia en la política tunecina ya que más tarde fundaron el partido Ennahda.


El crecimiento inicial de los movimientos islamistas y la semitolerancia del régimen fue facilitada porque hubo un sector dentro del PSD que era islamista. La represión inicial contra los pan-arabistas representados por Ben Youssef había sido dada por concluida y la existencia de un pequeño grupo de islamistas dentro del PSD no preocupaba a Bourguiba. En cierto punto hasta el crecimiento del islamismo en la segunda mitad de la década de 1970 fue promocionada por el propio presidente. El ministro del Interior Ahmed Mestiri dijo “No consistió en una alianza sino en una elección táctica. Él (Bourguiba) buscó controlar a la extrema izquierda mediante el apoyo de los islamistas”. Incluso en 1979 una plataforma vinculada al PSD publicó que la religión musulmana debía tener un estatus de primacía en la sociedad tunecina. Posteriormente el propio Mestiri reconoció que Bourguiba se equivocó y que el movimiento islamista representaba un mayor reto que los movimientos de izquierdas.


La sustitución de Bourguiba por Ben Alí se realizó mediante un golpe blando en 1987. La llegada de Ben Alí ocurrió mediante promesas de aperturismo del sistema político, dió libertad de prensa y cambió el nombre del PSD a Agrupación Constitucional Democrática e incluso convocó elecciones supuestamente libres. Las elecciones generales fraudulentas de 1989 fueron una trampa que usó Ben Alí para hacer que los opositores al régimen salieran del anonimato y se organizaron políticamente. Una vez pasadas las elecciones (donde la ACD fue el partido único institucional) el régimen se dispuso a encarcelar a la oposición islamista. Las promesas de aperturismo quedaron en nada y Túnez retornó a un régimen autoritario más feroz que el de Bourguiba.


La era Ben Alí se caracterizó por la constitución de un sistema que combinó la autocracia con la cleptocracia. Tanto la familia Ben Alí como la de su esposa, los Trabelsi, saquearon los recursos públicos durante las dos décadas largas que estuvieron en el poder. La riqueza nacional pasó a estar en manos de la élite política.


La Revolución del Jazmín puso fin al régimen autoritario del clan Ben Alí y dió resultado a un sistema democrático equiparable a las democracias complejas europeas. En Túnez se dio comienzo a la Primavera Árabe y fue el único país donde triunfó la revolución democrática y pacífica, el menos de forma temporal. Debido a la historia de represión y persecución política, el movimiento islamista pudo constituirse en el partido más cohesionado del sistema político democrático tunecino. El partido Ennahda, de corte conservador e islamista pero democrático fue liderado por Rachid Ghannouchi. Por otro lado estuvo Nidaa Tounes, de corte secular y de centro izquierda que estaba constituido por una base más inestable. Estos dos partidos que llegaron a ser mayoritarios en el Parlamento tunecino y fueron los valedores del proceso de transición y asentamiento del sistema parlamentario.


Sin embargo los problemas derivados de la corrupción, la ineficacia política y las promesas incumplidas convirtieron a Ennahda en un partido que era percibido como la encarnación los males de la política institucional. Ese descontento fue recogido por un candidato independiente que salió vencedor de las elecciones presidenciales de 2019. Kais Saied se presentó como un outsider de la política que rompía el eje secularismo-islamismo que venía a regenerar la política que había sido corrompida por los partidos. En 2021 dio un golpe de estado civil en el que se asignó poderes especiales para disolver el parlamento y perseguir a sus rivales políticos. Siguiendo el manual del líder populista confrontó con el poder político "tradicional" y en especial con Ennahda, cuyo líder ha sido encarcelado en numerosas ocasiones por razones políticas.


En definitiva el islam político ha sido un actor esencial para entender la historia política de Túnez y no solo la reciente. Ennahda actuó como actor clave para la transición democrática del régimen de Ben Alí y fue el principal valedor de la Constitución de 2014. La inoperancia institucional, así como las dificultades económicas que se mantuvieron incluso bajo el sistema democrático y las dinámicas propias del sistema parlamentario propiciaron la caída en desgracia del movimiento islamodemocrático conservador y con él, de la única democracia en el mundo arabo-musulmán.

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